Atropellamos la vida sin saborearla

2 deEne de 2010 | Uncategorized

Toda nuestra vida es ¡Urgente!: es urgente vivir; es urgente sacar el trabajo, si puede ser antes de tiempo, mejor; urgentes son los compromisos y las obligaciones, muchas de ellas innecesarias; y así, cueste lo que cueste, aunque nos cueste la vida. Al final, acabamos atropellando a la vida sin concedernos tiempo para saborearla.

De esta forma, nuestro paso por este mundo se desarrolla en un suspiro sin enterarnos, cosechando una existencia repleta de cosas materiales y un corazón vacío en experiencias con los nuestros y la gente que nos rodea; cuando en realidad, lo que nos deja huella en la vida, no son las cosas materiales que hemos acumulado, sino las personas con las que hemos compartido nuestro tiempo.

Por este motivo, la aparición de los Bancos del Tiempo con su filosofía de intercambio de habilidades, servicios y conocimientos, potencia ese acercamiento humano que en tan débil estado de salud se encuentra.

Su línea de acción nos impulsa a entrar en contacto con nuestros vecinos/as, esos desconocidos a los que llamamos "gente", para acudir en su ayuda cuando lo necesiten. Y el hecho de saber que, en un momento dado, te pueden también echar una mano cuando tú lo precises, es una extraña bendición en estos tiempos en los que, rodeados de gente por todas partes, nos sentimos más solos que nunca porque, aislados, vivimos en reducidos mundos creados por nosotros mismos.

Se dice que "el dinero es un pésimo indicador del valor de algo o alguien", por este motivo, dentro de los planteamientos del Banco del Tiempo el dinero no interviene en ninguno de los servicios realizados, generándose un nuevo sistema de valores más humanizado.
Está claro que si deseamos que nuestro mundo cambie para mejor, tendremos que empezar primero por las pequeñas cosas de nuestro vivir diario.

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