Paseo por el Guadarrama Literario

23 de Abr de 2016

El paseo por el Guadarrama literario fue realmente oxigenante.
Hace dos siglos más o menos por esos mismo parajes Napoleón decidió bajarse del caballo y entre la nieve y la cellisca caminar a pie los últimos tramos hasta el puerto de La Fuenfría. ¿La razón? infundirle valor a sus desanimadas tropas. Y es que esta sierra nuestra adquirió merecida fama de difícil e inclemente. Así nosotros, los usuarios y usuarias del Banco del Tiempo, previa informal asamblea, decidimos poner al mal tiempo buena cara y como pequeños napoleones (bueno, Napoleón ya era de por sí un poco pequeño) como anónimos napoleones decidimos emprender la marcha.
Y sí, expandimos nuestros pulmones acompañados del reconfortante olor a tierra mojada y a pino de Valsaín; y trepamos un buen trecho para regresar al cabo de una media hora sobre nuestros pasos y recuperar para el grupo a los que se habían alejado algunas yardas y escondido entre setos para… contemplar el paisaje.
Ya cerca de Cercedilla, bajo el amparo de un cobertizo de madera, comimos compartiendo nuestras viandas en amigable armonía. Tomamos un café en una fonda, entre sillas y mesas rústicas, que no eran sino tocones de árboles, y un banco singular llamado el banco de la paciencia.
Leímos versos relacionados con nuestra sierra: unos de Antonio Machado, otros de Jovellanos y un largo poema de Joan Salvat-Papasseit, un poeta tan bueno como poco conocido.
Después de secar algunos calcetines junto a una estufa de la fonda unos regresaron a Madrid y otros prefirieron aprovechar para visitar una cercana granja-tienda de productos ecológicos.
Algunas usuarias barajamos repetir la excursión con buen tiempo. ¿Por qué? Porque este itinerario en concreto esconde sorpresas muy difíciles de encontrar en otros montes y cordilleras del planeta. Sí, sí ¡del planeta!
Texto: Carlos Ceballos
Fotos: Pilar Condado

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